VIDA
La vida es un enigma, un día se viste de colores vibrantes, risas que llenan el aire y momentos que se graban en el alma. Pero al siguiente, todo se desvanece, como un suspiro en la nada, dejándote suspendido en ese vacío que pensaste haber dejado atrás, como si nunca hubieras escapado de él.

Días en los que el frío se aferra a tu piel, donde la noche se extiende más oscura que de costumbre, y las risas, lejanas, parecen ecos de un tiempo que se desvanece en la distancia.
Recuerdos de la infancia, destellos de un tiempo donde cada risa, cada lágrima y cada descubrimiento tejieron con hilos invisibles la esencia de quién eres hoy. El anhelo de regresar, de abrazar a tu niño interior, tomar su mano y susurrarle al oído que no está solo, que la tormenta pasará y que el mañana no es un enemigo, sino un horizonte lleno de posibilidades.
Sin embargo, aquel niño solo pudo mirar, en silencio, cómo las personas que amaba se alejaban, una a una, construyendo nuevas vidas, dejando atrás la suya. Y allí quedó él, en la quietud de la espera, anhelando ser visto, anhelando un simple "No te dejaremos solo".
"Observa a tu alrededor y aprende de eso" frase que se grabo como un tatuaje en la piel. Aprender a mirar en silencio, a descifrar los gestos y las sombras, a no repetir los errores ajenos. Y así, moldear su esencia sobre todo aquello que juro no ser, construyéndose desde las ausencias y las cicatrices.
Creando una burbuja llena de todo lo conocido, un refugio tejido con certezas y recuerdos, donde lo desconocido no tenía cabida, donde el miedo a lo incierto era un muro imposible de atravesar. Pero en lo más profundo, latía una inquieta curiosidad, un anhelo silencioso por descubrir la realidad de la que me ocultaba, esa misma realidad en la que el mundo seguía girando sin temor.
Vivir en la incertidumbre de no saber qué sombras acecharán el camino, pero tomar el miedo y transformarlo en viento a favor, en el latido que impulsa a vivir, a respirar, a tejer nuevas historias junto a nuevas almas. Dejar que la burbuja estalle, que los muros se desvanezcan. Y al fin… al fin estar fuera. Sentir el aroma de las flores, la calidez del sol que atraviesa tu piel , y al final de todo, hallar aquello que en los sueños anhelabas, ahora convertido en realidad.